Originalmente, Tenet. Un encuentro casual que salió a la perfección.

Para bailar esto es una bomba 2o6n52
El nivel de detalle de Oppenheimer es, como suele pasar con el cine de Nolan, abrumador. Y quizá por eso el director se resistió tanto a que la película entrara en esa intentona de Warner en los tiempos del Covid de estrenar, al mismo tiempo, en cine y HBO Max y terminó marchándose a Universal, donde le daban libertad y cien millones de dólares de presupuesto que exprimió al máximo.
Y es que, a veces, no es necesario montar una explosión real de bomba atómica para que los detalles perduren en todos nosotros, aunque sea a nivel subconsciente. Es el caso de una pequeña lamparita en el despacho de Oppy que, de una escena a otra, cambia sin previo aviso. La cámara no se fija en ella, no hay un primer plano, nada hace sospechar lo que está pasando: el espectador debe inferir que han puesto un dispositivo espía de escucha en la nueva lámpara. Boom.


"¿Cómo puedo salvar a mi pequeño del juguete mortal de Oppenheimer?" ("How can I save my little boy from Oppenheimer's deadly toy?"). Esa fue la primera vez que el director escuchó hablar del creador de la bomba atómica, en una canción de Sting. Y en el fondo, tiene todo el sentido del mundo que del arte haya salido más arte. Oppenheimer es abrumadora, fantástica y única. Y además, te enseña a redecorar. Tú dirás.