Más o menos todos hemos hecho las paces con que algunos dinosaurios tengan plumas. No todos, claro (el T-Rex, por ejemplo, es uno de los que se cree que no tenía), pero sí varios de ellos. Los suficientes como para ver Steven Spielberg era perfectamente consciente pero decidió quitar todas las plumas porque en 1993 eran un problema para un CGI aún primitivo... aunque lo cierto es que la realidad es otra muy diferente.

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La primera vez que se dibujó a un dinosaurio con plumas -pese a tener indicios de lo contrario- fue en 1975. La encargada fue la artista Sarah B. Landry, que simplemente se hacía eco de otras especulaciones. En la siguiente década, con el descubrimiento del Avimimus, se supo fehacientemente que lo de las plumas era un hecho, y no una mera especulación. Michael Crichton, que usó varios libros sobre palentología para su investigación antes de escribir Parque Jurásico, finalmente decidió dejar de lado este hecho, pero se preocupó de añadir un motivo en la novela.
En las páginas de Parque Jurásico, los personajes se preguntan constantemente cuánto hay de realidad en las criaturas que están viendo, si son totalmente fieles a su periodo prehistórico. Y, sin embargo, se aclara que no son recreaciones exactas porque no son dinosaurios de verdad, sino criaturas creadas específicamente para un parque de atracciones, lavándose así las manos. Y además, en 1993 -lo recordaréis si vivisteis en aquella época- nadie pensaba en plumas al hablar de dinosaurios, la imagen que todo el mundo tenía en la cabeza era escamosa, simplemente, como un gran reptil. Spielberg no quiso llevar la contraria al gran público, y así se quedó.

Obviamente, acabó siendo un problema a medida que los años (y las secuelas) iban avanzando, y en Colin Trevorrow dio su brazo a torcer y acabaron apareciendo plumas después de todo. La pregunta es: ¿Continuarán en la nueva trilogía o seguiremos viendo escamas por todos los lados?