Es posible que un día paseando por el Louvre (en vacaciones, supongo) hayas visto un cuadro que te sonaba de algo. Una mujer mirando una vela encendida, con el título Magdalena con la llama humeante, de Georges de la Tour, un pintor barroco que lo dibujó en 1640. Bueno, de hecho es probable que también lo hayas visto en otro museo, porque hay dos copias de la misma pintura: concretamente, en el Museo de Arte del Condado de Los Angeles. Lo que no imaginabas es que esta obra maestra, en realidad, esconde uno de los guiños cinematográficos más increíbles de la historia del cine.

Bajo el mar hay que pintar 6x205a
Tres siglos después de que de la Tour firmara su cuadro, otro artista, Ron Clements descubrió el cuento en una librería y se obsesionó con él. El resto es historia.
Clements se alió con John Musker y cuidó tanto su película que incluso añadió un detalle solo para los más fanáticos de la historia del arte: el cuadro de Georges de la Tour, que Ariel tiene en su colección, y que habla realmente sobre ella misma. En el cuadro, Mary mira a la llama, pero realmente está reflexionando sobre un despertar espiritual de la humanidad. Ariel "mira a la llama" en el sentido de que quiere experimentar un cambio físico, pero solo se despierta de verdad cuando tiene también un despertar espiritual. Vamos, un foreshadowing en toda regla.


La Sirenita se convirtió en la sexta película más taquillera de 1989, y provocó que apareciera una secuela, una precuela, dos series de televisión y hasta un remake en acción real. Obviamente, ninguno de estos productos estuvo tan cuidado como el original. ¡Y es que la genialidad es muy difícil de emular!