Cannes Día 0: Leos Carax brinda la resurrección del Festival de Cannes con 'Annette'

Arranca Cannes 2021. Tras un año de parón debido a la pandemia, el festival cinematográfico más importante del mundo vuelve a la carga con una de las mejores (a priori) programaciones de los últimos años.

En mi cabeza suena Degüello, en la versión que Leos Carax.

Annette
Annette
Fecha de estreno 20 de agosto de 2021 | 2h 20min
Dirigida por Leos Carax
Con Adam Driver, Marion Cotillard, Simon Helberg
Medios
4,3
s
3,5

Vaya por delante que siento devoción absoluta por el cineasta francés Leos Carax. Con solo seis largometrajes realizados en cuatro décadas -dos de ellos, obras maestras absolutas: Annette va a ser aún mucho más extrema. Musical terrorífico (yo lo calificaría de anarco-musical), de ambición operística punteado por las composiciones de Sparks -haciendo canciones pop perfectas desde 1974 en su “Kimono My House”-, exagerado a más no poder y con unos toques de comedia negrísima que, en momentos-desgarro, deviene sin cortes en drama abstracto inasible. La puesta en escena de Annette parte del teatro de vanguardia y la ruptura de la cuarta pared -es como si te tiraran la biblioteca de Bertolt Brecht a la cabeza- para evidenciar la gran mentira cinematográfica (¿teatral? ¿musical?) con un juego en el abismo de decorados-croma y títeres-niños que convierten la terrorífica historia narrada en un brebaje envenenado que sólo se puede (incluso se debe) abrazar desde la empatía con la genialidad (la chifladura) de su autor.

Annette arranca como una historia de amor entre dos artistas abocados al estrellato (tras unos maravillosos títulos de crédito que a Orson Welles le sacarían la sonrisa). Él (Marion Cotillard) es una lánguida cantante de ópera que arrasa en medio mundo. Su amor es físico, su amor es visceral, su amor es total. Actúan, triunfan y follan sin dejar de cantar. Aquí el musical es ADN, es columna vertebral, es entramado nervioso. Un mundo idílico pero tan falso como los decorados de la película. La realidad se vendrá abajo cuando nazca Annette, la hija de ambos, una muñeca-títere (no es metáfora) que hará descender a los infiernos de la moralidad al padre de la criatura…

Me da la sensación de que todos los temas que aborda la película -la vanidad del estrellato, la explotación de los niños-artistas, la violencia machista, etcétera-, en el fondo, son puro artificio para la construcción de imágenes (más música) al límite. Pensad en el Big Bang Theory)- que creará amor y odio a su paso sin término medio que se precie. Ahora, lo que pocos discutirán es la total entrega de su actor principal. Porque lo que hace Adam Driver en Annette es algo cósmico. Coger un personaje abigarrado, desagradable, desesperado y criminal e interpretarlo sin fisuras, con empatía máxima, haciendo del absurdo, genialidad, y de la demencia, fragilidad. Que ya sabíamos que Driver es, probablemente, el mejor actor de su generación. Pero que fuera además capaz de cantar y bailar mientras se desgarra delante de la cámara… eso ya es otra historia. De hecho, es nueva Historia del cine. Celebremos pues la locura.

FBwhatsapp facebook Tweet
Links relacionados