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Las Vegas, años setenta. Sam "Ace" Rothstein (Robert de Niro, 'Goodfellas'), apostador profesional asociado a la mafia, es enviado a la "Ciudad del pecado" para hacerse cargo del casino Tangiers, financiado por el Sindicato de Camioneros, pero con los hilos de la mafia respaldados por las autoridades. Al poco tiempo de llegar, Sam consigue darle un cambio radical al casino. Las ganancias se doblan y los jugadores siguen viniendo -y gastando. Impresionados por su destreza al mando, la mafia manda a un viejo amigo suyo, Nicky Santoro (Joe Pesci, 'Toro bravo'), para protegerle, algo que Sam ve con malos ojos.

Desde que Nicky ha llegado a Las Vegas, las cosas para Sam empiezan a torcerse. NicKY empieza por su cuenta a montar un negocio con uno de sus socios, Frankie Marino. Dado su carácter temperamental, le retiran la entrada a los casinos, incluso ante los avisos de Sam. Nicky no cede en sus acciones y llama a los superiores que le enviaron allí para que le envíen más gente y así iniciar una oleada de atracos a joyerías. Por su parte, Sam se enamora de Ginger McKenna (Sharon Stone, 'Instinto básico'), una estadora profesional. Después de una breve relación se casan y tienen una hija, Amy. Después del nacimiento de su hija, el matrimonio empieza a desmoronarse entre los despilfarros de ella y a los negocios turbios que sigue manteniendo con un ex novio llamado Lester.

Tras despedir de su casino a Donald Ward, cuñado del comisionado Patt Webb, Sam se mete en un lío. El comisionado consigue quitarle la licencia del casino a Sam y le fuerza a que la lleve a trámite, aunque sus hilos intentan conseguir que sea rechazada. Sam aparece en televisión acusando a los políticos de la corrupción que hay en Las Vegas. El FBI sigue la pista de una operación de evasión fiscal y Sam pierde la paciencia con Ginger, quien acaba adicta al alcohol y a las drogas, y la echa de casa. Ginger finalmente es pillada por el FBI con una gran suma de dinero y es detenida. Con toda la trama de fraude al descubierto, el casino cae en la ruina. Ginger muere de una sobredosis y Sam sufre un atentado en su coche del que sobrevive, mientras que Nicky, quien pudo mandarlo, es asesinado por orden de los jefes, hartos de sus desquites.