La soledad del corredor de fondo
por Marcos GandíaNo es la primera vez que Skyfall, el clásico de la saga Bond del siglo XXI… y acaso de todo el opus 007) hace del movimiento una metáfora. Curiosamente, lo que en aquella aventura iniciática del veterano agente con licencia para matar era la razón de su carrera sin fin tras/huyendo del villano de turno y de su propio pasado (el regreso a la infancia como antesala de la muerte) es el leit motiv de 1917, tan ambiciosa a nivel formal como de una contundente (y terrible) sencillez en el fondo: un camino de pérdida de la inocencia que lleva de la vida a la muerte, y viceversa.
El arriesgado (trucado en varias etapas, aunque eso da lo mismo: desde Stanley Kubrick.
Kubrickiana es 1917: la visión nocturna de una ciudad iluminada por los bombardeos es digna del Saigón de la chaqueta metálica, y el protagonista al albur del destino no deja de ser una réplica de ese otro corredor de fondo de la vida llamado Barry Lyndon. Pero mucho más John Huston. ¿O no es en realidad 1917, emotiva y poética en su espectacular mezcla de ruido, caos y calma casi abstracta, una réplica en la Primera Guerra Mundial de la maldita y mutilada La roja insignia del valor?