El apocalipsis musical
por Andrea ZamoraEl fin del mundo llegó cuando la noche se hizo eterna. Conseguir alimento en el apocalipsis de The End se ha transformado en una misión casi imposible, y la supervivencia es cada vez más complicada. Sin embargo, la familia protagonista -una de las responsables del colapso mundial- vive ajena a esta realidad. Desde hace dos décadas, residen cómodamente en un búnker equipado con todo tipo de lujos: abundante comida, cuadros de Renoir, libros, agua potable, música... No les falta nada. En este entorno privilegiado crece el único hijo del matrimonio, interpretado por un comprometido George MacKay. Su burbuja de tranquilidad e inocencia comienza a romperse cuando una extraña joven irrumpe en su refugio.
The End, la nueva propuesta de Joshua Oppenheimer, es un musical posapocalíptico que arranca con una idea interesante, pero que se vuelve fatigante e insoportable en su empeño de que todos sus personajes tengan voz
Oppenheimer recalca con su película que, por mucho dinero que tengas, la muerte nos llega a todos y la culpa es un sentimiento del que no nos podemos deshacer. Los padres del protagonista -encarnados por unos poco memorables Michael Shannon- buscan redimirse constantemente. El padre, involucrado directamente en el fin del mundo, intenta reescribir su legado a través de su hijo, forzándolo a embellecer sus memorias. La madre, quien dejó atrás a su propia familia, trata de crear un nuevo hogar y se esfuerza por no pensar en el pasado ni en nada que pueda entristecerla. En ese refugio subterráneo, la tristeza está prohibida, la felicidad se impone y la depresión se mantiene a raya con medicamentos, todo envuelto en una falsa apariencia de inocencia.
La irrupción de una joven atormentada, con un pasado similar al de la madre al haber abandonado a los suyos para sobrevivir, trae consigo una oleada de inquietud y desasosiego al búnker. Es un punto de giro interesante en el relato, pues también marca el despertar del personaje de MacKay, que inicia su tránsito hacia la adultez mientras su mundo idealizado se desmorona. Porque eso, en su núcleo, es The End: el fin de la adolescencia y la entrada en la edad adulta.
The End se convierte en una travesía extenuante. Si el apocalipsis se parece en algo a esto, prefiero no formar parte de la lista de supervivientes.